viernes, 20 de mayo de 2011

Mi Alcatel con antena polidireccional y yo



Borges decía que de todos los colores, solo uno le había sido fiel: el amarillo; así, de todos los celulares que he tenido, solo uno me ha sido fiel: mi Alcatel con antena polidireccional, los demás han tenido un destino trágico que acaso no compensa su fidelidad y el amor que nos hemos profesado. El último de ellos se me quedó encima de la capota del carro, y con el allí recorrí varias cuadras, su destino final no fue de los mejores, lo admito. Mi Alcatel me ha permitido recibir invitaciones a celebrar las utopías más ruidosas, esas que se prodigan los amigos y los amores; también me ha permitido recibir los golpes más duros de la vida, esos de los que habla Vallejo. Mi Alcatel ha sido el puente por el que circulan, mi amor, mis esperanzas, mis enojos. A mi me basta con que el sólo me escuche, aunque a decir verdad soy yo el que lo escucha. En el tiempo de los BBs, con el perdón de Julia Álvarez, no me avergüenza sacar mi viejo Alca, en el Conde, en el Metro, o en otros lugares donde su compañía me permite recibir el cariño, la solidaridad y las informaciones de toda la geografía nacional, ¿y por qué no? la voz susurrante de la chica erótica pidiéndome que salga enseguida, como en las emisiones de Radio Guarachita, que tenemos asuntos que resolver y no podemos esperar.

3 comentarios:

  1. Hola Atilano -y cómplice_Alcatel-: El respeto al concepto de Humanidad que traemos "de fábrica", permanentemente nos hace olvidar que estamos rodeados de otros acompañantes en nuestra cotidianidad; los llamamos "cosas" y con ello lo irrespetamos, relegamos y hasta obviamos, pero sin darnos cuenta se van metiendo en nuestras vidas más que muchas personas, y el día menos pensado se dan a valer y se dejan ver:
    "...los objetos se roban
    un tramo de lo cotidiano en nuestro hábitat
    se empinan como los humanos
    creando una atmósfera en cada
    lugar donde están." (P. Milanés, 1997)

    Con su silencio se dejan querer, nos comprometen con las confidencias que dejan que descarguemos en ellos; tranquilos y donde los pongamos, dejan que descubramos las virtudes que pudieran tener. No nos dicen lo que son, pero su apertura incondicional a nuestras querellas y celebraciones nos hacen valorarlos en su gran dimensión:
    "...amigo que nunca me exige, porque es fiel a mí sin pedirme nada,
    quiero con este mi canto realzar su nobleza, lo digo de corazón y en su presencia,
    porque en aquellos momentos más criticos de mi vida,
    él ha sido mi esperanza, como Dios él es mi guia,
    mi bajo y yo somos dos en uno..." (O. de León, 1977)

    Conociendo algunas "cosas" desde adentro, sabiendo qué tan importantes son desde los constantes descubrimientos que hacemos de sus partes, perdonando sus imperfecciones como pago a que nunca nos reclaman las nuestras, unas veces se constituyen en el padre apoyador que sin investigar justicia nos protege; otras en el hermano menor que defendemos ante los jodones del barrio, aunque sepamos que no tuviera la razón en algún pleito:
    "¿Quién se atreve a decirme
    que debo arrepentirme
    de la esperma quemante que me trajo?
    Porque sangra de abajo
    yo no vendo ni rajo mi pasión." (S. Rodríguez, 1987)

    Entiendo los motivos del romance con tu Alcatel, más de lo que te imaginas...

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  2. Hola Fernando, gracias por tu reflexión. Estoy de acuerdo contigo en el sentido de la poca importancia que les damos a las cosas, sin tomar en cuenta que ellas forman parte de nuestro universo. Hace un tiempo leí un reportaje en el Nacional de como a muchas de esas cosas les tomamos un cariño con si fueran una persona más, de modo que se nos hace difícil zafarnos de ellas. Un par de zapatos, no importa que sean viejos, a veces no queremos dejarlos, porque algo de nosotros hay en ese objeto. Algunos artistas han reflejado esto muy bien, recuerdo que el fenecido Freddy Beras, tenía una sección hace muchos años que era genial, donde entrevistaba cosas: Un caldero, un sombrero etc. era divertido e interesante. Silvio Rodriguez tiene una canción muy melancólica que se llama Adónde van? Oye, pero aquello es terrible, no se si la conoces, dice algo así, recuerdo algunas lineas: Adónde fueron a dar tantas hojas de un árbol? En qué estarán convertidos mis viejos zapatos? A dónde fueron mis palabras de sangre de Abril? etc. En fin, que me encantó tu comentario, lo comparto. Cada día quiero más a mi viejo Alcatel. Un abrazo, Atilano.

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  3. Hola Atilano, nada más hiciste público lo de tu amor "in crescendo" a tu celular, y de una vez te lo roban, según la parodia que hiciste al Unicornio Azul de Silvio. La suerte es que el modelo que está en la foto no es muy caro y enseguida podrás sustituirlo; lo malo es que el cariño a las cosas viene casi siempre a los defecticos que van presentando y que terminamos defendiendo: pelaítos en la carcasa, números de teclas devahidos, una que otra "frizaíta", en fin, que el proceso de perdonarles las cositas que vaya mostrando el que adquieras de nuevo hasta cogerle cariño, es posible que te tome un tiempo. Te imagino mirando tu nuevo Alcatel, tan resplandeciente, con los plásticos en las partes de pantalla, así impecable como todo lo nuevo,buscándole las imperfecciones que tenía el robado, y al no encontrarlas tener que -como todo buen cristiano- resignarte hata que vayan apareciendo y con ellas el cariño otra vez...

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